Manifiesto Hacker

Este manifiesto lo escribió una persona que se autodenominó «The Mentor«. Aunque fue escrito el año 1986, nos dice bastante sobre ésta cultura que se comenzó a forjar en aquellos años, cuando el Internet iniciaba su camino a la popularización, y que terminó siendo masivo a mediados de los noventa. Una parte de este escrito se menciona en la película «Hackers».

Hoy han atrapado a otro, aparece en todos los periódicos. “Joven detenido por delito informático”, “hacker arrestado por irrumpir en sistema bancario”.

“Malditos chiquillos, son todos iguales.”

¿Pero pueden, con su psicología barata y su cerebro de los años cincuenta, siquiera echar un vistazo a lo que existe detrás de los ojos de un hacker? ¿Se han parado alguna vez a pensar qué es lo que les hace comportarse así, qué les ha convertido en lo que son? Yo soy un hacker, entra en mi mundo. Mi mundo comienza en la escuela. Soy más listo que el resto de mis compañeros, lo que enseñan me aburre sobremanera.

“Malditos profesores. Son todos iguales.”

Puedo estar en la escuela o en un instituto. Les he oído explicar cientos de veces cómo es que se reducen las fracciones. Todo eso ya lo entiendo. “No, Sr. Smith, no tengo el trabajo en papel. Lo tengo guardado dentro de mi cabeza”.

“Malditos chiquillos. Seguro que lo ha copiado. Son todos iguales.”

Hoy he descubierto algo. Una computadora. Esto es bueno. Hace lo que yo quiero que haga. Si comete errores, es porque yo le he dicho que lo haga. No porque yo no le agrade, me tenga miedo, piense que soy un listillo o no le guste ni enseñar ni estar aquí.

«Malditos chiquillos. A todo lo que se dedican es a jugar. Son todos iguales.»

Entonces ocurre algo… se abre una puerta a un nuevo mundo… todo a través de la línea telefónica, como la heroína abriéndose paso en el interior de las venas, se emana un pulso electrónico, buscaba un refugio ante las incompetencias de todos los días… y me encuentro con un teclado.

Es esto… aquí es a donde pertenezco… Conozco a todo el mundo… aunque jamás me haya cruzado con ellos, les dirigiese la palabra o escuchado su voz… los conozco a todos…

«Malditos chiquillos. Ya está enganchado otra vez al teléfono.»

Son todos iguales… puedes apostar lo que quieras a que son todos iguales… les das la mano y se toman el brazo… y se quejan de que se lo damos todo tan masticado que cuando lo reciben ya ni siquiera tiene sabor. O nos gobiernan los sádicos o nos ignoran los apáticos. Aquellos que tienen algo que enseñar buscan desesperadamente alumnos que deseen aprender, pero es como querer encontrar una aguja en un pajar.

Este mundo es nuestro… el mundo de los electrones y los interruptores, la belleza del baudio. Utilizamos un servicio que ya existe, sin pagar por esto que podría haber sido más barato si no fuese por los especuladores. Y nos llaman a nosotros delincuentes. Buscamos ampliar nuestros conocimientos… y nos llaman delincuentes. Nosotros no diferenciamos el color de la piel, ni la nacionalidad, ni la religión… y ustedes nos llaman delincuentes. Construyen bombas atómicas, hacen la guerra, asesinan, estafan al país y nos mienten tratando de hacernos creer que son buenos, y aún así nos tratan de delincuentes.

Sí, soy un delincuente. Mi delito es la curiosidad. Mi delito es juzgar a la gente por lo que dice y por lo que piensa, no por lo que parece. Mi delito es ser más inteligente que ustedes, algo que nunca me perdonarán. Soy un hacker, y éste es mi manifiesto. Podrán eliminar a algunos de nosotros, pero no a todos… después de todo, somos todos iguales.

The Mentor    08/01/1986

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