A nadie le gustan, pero son útiles

 “Ninguna disciplina al presente parece ser causa de alegría….. pero después da fruto apacible de justicia…”           Hebreos XII,11

 Desde niño escuché una historia  que narraba acerca de una planta que estaba creciendo. Su dueño la regaba y echaba abono. Crecía feliz hasta que después de un tiempo sintió que la amarraron a un palo feo que le pusieron al lado. Cada día la planta crecía algo, pero harto que molestaba el palito aquel, incluso a veces raspaba el frágil tallo, lo oprimía, sentía que  lo empujaba y miraba con envidia a las otras que sueltas se movían con el viento. Qué desagradable para la pobre planta!. Al final se acostumbró y siguió creciendo. Tiempo después el tallo era firme y de pronto le sacaron el molestoso palo. La planta al principio extrañó la molesta compañía, pero se sintió firme y segura.

El final del cuento es que la planta se transformó en un robusto árbol mientras que las que se movían al viento fueron un débil y torcido montón de ramas.

¿Sabes?, si vamos directo al tema de fondo, creo que tú  habías escuchado esta historia y su aplicación a la vida de aquellos que terminaron mal, incluso con algún problema ante la justicia. O sea aquellas ramas torcidas de la ilustración.

 ¿Qué significa el palo que acompañaba el crecimiento de la planta?… las normas y reglas para que los jóvenes y señoritas crezcan derecho y fuertes. Robustos  en valores y principios, generalmente inculcados por nuestros padres y maestros.  Sirve para llegar a ser un robusto árbol que de sombra, frutos o madera para construir. Obvio que no nos agradan del todo, oprimen, ahogan, quitan libertad, pero al final son una protección frente a un mundo tan poco honesto a veces.

En verdad a nadie le gusta la corrección, menos un castigo. De la forma que sea un castigo duele. Una palmada, la suspensión de un permiso, la prohibición de una entretención, no te comprarán lo que querías, no podrás ir a ese lugar etc. La corrección para que realmente sirva debe doler, y  a veces créeme que duele más a los padres que a los hijos. Al final quien fue enseñado así, termina comprendiendo y agradeciendo las reglas y disciplina impuesta al interior de la familia.

El que corrige tiene responsabilidad y siempre busca lo mejor para nosotros. Acepta la disciplina y podrás llegar a ser el árbol más alto del bosque.

¿Qué te parece que esta semana converses con tus padres y hagas una lista de las principales normas del hogar y el objetivo que persiguen? Esto ayudará a comprender mejor la razón de su existencia.

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