Edición de código
La manera en que escribimos el código ha cambiado a lo largo de los años. Editar código pasó de ser una tarea rígida y metódica a un proceso creativo y hasta apoyado por la IA. En pocas décadas hemos transitado desde tarjetas perforadas a modernos editores con resaltado de sintaxis y herramientas de depuración que han hecho de esta actividad una mucho más placentera.
En las primeras décadas de la informática, los sistemas de procesamiento de datos no tenían pantallas ni teclados. Los programas se escribían en papel, se revisaban línea por línea y se pasaban a tarjetas perforadas, donde cada línea de código ocupaba una tarjeta física. Un error tipográfico, o una muesca errónea en el papel, podía costar horas de trabajo, ya que había que volver a perforar las tarjetas afectadas y reprocesar toda la tanda. Con la llegada de los primeros terminales asociados a teclados y pantallas monocromáticas (de color verde, ámbar y posteriormente blancas), fue posible escribir código para su ejecución inmediata en los sistemas, lo que generó un cambio gigantesco en la forma en que se programaban los equipos.

Editores de texto
Acompañando a la programación de bajo nivel en Assembler, empezaron a aparecer lenguajes de medio y alto nivel como COBOL, FORTRAN, C, Pascal y BASIC. Estos nuevos lenguajes rápidamente ganaron popularidad, ya que permitieron a más personas sumarse a la producción de software, y junto con ellos fue creciendo la necesidad de editores de texto que permitían saber la línea de texto en que uno se encontraba y la corrección de texto previamente tipeado, como Emacs, Vi, y posteriormente Vim. Con el paso de los años, los equipos para el hogar fueron mejorando en capacidad de cómputo y con ello nuevos programas aparecieron con características específicas para la programación, llegando la gran novedad del resaltado de sintaxis que permitía una mejor comprensión de la estructura del código. En esta época, la única opción era programar creando un archivo de texto, y proceder a compilarlo con otro aplicativo para ver el resultado.
En paralelo, aparecieron herramientas para trabajar directamente con los binarios (archivos compilados) de los programas, los (en su momento) famosos editores hexadecimales. Estos editores permitían abrir un archivo ejecutable y modificar bytes individuales, algo fundamental para depuración y análisis forense. Uno de los más icónicos es HxD, aún utilizado para realizar ingeniería inversa a programas y archivos.

Entornos de Desarrollo Integrados
La siguiente gran evolución fueron los IDE, programas que integraron un editor de texto, un compilador, un depurador y alguna que otra herramienta útil. En este ambiente, Dev-C++ fue uno de los más populares entre estudiantes que aprendían C y C++, porque simplificaba todo el flujo: escribir código, compilar, ejecutar y depurar, mientras que para desarrollo en Windows se contaba con Visual Basic que consistía tanto de un lenguaje como de un editor y bibliotecas propias para el sistema operativo de Microsoft.

En entornos profesionales, Visual Studio se convirtió en el estándar en Windows, integrando soporte para varios lenguajes y el uso de bibliotecas nativas del sistema operativo permitiendo que los programas mantuvieran el mismo estilo gráfico del sistema operativo. En el ecosistema de Apple, Xcode ofreció la compilación y bibliotecas para computadores Macintosh bajo lenguajes como Objective-C y frameworks como Cocoa, lo que se potenció posteriormente con la inclusión de sistemas de simulación y depuración para el desarrollo de aplicaciones para iPhoneOS/iOS.

Edición de HTML y la web
El desarrollo de sitios web tuvo su propio camino. Al inicio, los sitios se escribían a mano en HTML puro usando editores de texto simples, lo que requería conocer etiquetas y estructuras básicas. Luego aparecieron editores visuales como Macromedia Dreamweaver y Microsoft FrontPage, que introdujeron el concepto de WYSIWYG (What You See Is What You Get): ver la página tal como se vería en el navegador, todo esto mientras editas el código o la parte visual.
Durante años, Dreamweaver fue la herramienta favorita para diseñadores, ya que permitía alternar entre el modo visual y el modo código. Más tarde, los CMS (Sistemas de Gestión de Contenido) como Drupal, WordPress y Joomla simplificaron la creación de sitios, permitiendo a personas sin conocimientos de programación administrar su propio contenido.

Hoy en día, los desarrolladores pueden escribir sus sitios directamente en Visual Studio Code, Sublime Text u otro editor, y apoyarse de las herramientas de desarrollo de los navegadores (Firefox Developer Tools, Chrome DevTools) para depurar en vivo HTML, CSS y JavaScript. También pueden mantener sitios en Python con Django o en Markdown con Jekyll aumentando el abanico de posibilidades. Además, la llegada de las Progressive Web Apps (PWA) permite empaquetar un sitio web para que funcione como aplicación nativa en dispositivos móviles y de escritorio, cerrando el círculo entre web y app.
Java y el salto al desarrollo móvil
El lenguaje Java fue fundamental para estandarizar la programación orientada a objetos en entornos multiplataforma. IDEs como Eclipse y NetBeans no solo facilitaron la compilación y depuración de código Java, sino que integraron la Java Virtual Machine (JVM), permitiendo ejecutar el mismo programa en Windows, Linux y macOS sin necesidad de recompilación (una especie de binario universal).
Cuando Google lanzó Android en 2008, apostó por Java como lenguaje principal. Esto permitió a miles de desarrolladores reutilizar sus conocimientos para crear las primeras aplicaciones móviles. Herramientas como Android SDK y posteriormente Android Studio unificaron el proceso, agregando emuladores de dispositivos y asistentes para el diseño de la interfaz gráfica.
Con el tiempo, el desarrollo móvil se diversificó, apareciendo lenguajes específicos como Kotlin (ahora el oficial para Android) y Swift en el caso de dispositivos de Apple. Incluso surgieron entornos multiplataforma como Flutter o React Native, que permiten escribir un solo código y compilarlo tanto para Android como iOS.

Desarrollo de videojuegos
El mundo de los videojuegos también evolucionó durante este periodo. Las grandes compañías como Nintendo, Sony y Microsoft disponen de SDKs oficiales bajo estrictos NDA, accesibles solo para estudios licenciados. Sin embargo, hubo iniciativas que acercaron la creación de juegos a las masas, como es el caso de RPG Maker que permitió a cualquier persona crear un juego de rol sin necesidad de saber programar.
Más tarde, motores como Unity y Unreal Engine pusieron potentes herramientas profesionales al alcance del público general. Unity popularizó el uso de C# para scripting, mientras que Unreal apostó por Blueprints, un sistema visual para programar lógica de juego. Otros lenguajes de scripting como Lua también se volvieron comunes en las comunidades de homebrew, mientras que en el mundo de las novelas visuales surgieron opciones como Ren'Py (basado en Python), que abrió la puerta a toda una nueva generación de creadores.
El presente: editores modernos y ligeros
Hoy en día, el desarrollo de software es más flexible que nunca. Puedes escribir código en cualquier editor de texto, en celulares e incluso papel si quisieras, y compilarlo después. Esta premisa inició en la década de 2010, donde el editor Atom, creado por GitHub llegó con una arquitectura basada en la web que le permitía instalar paquetes y personalizar la experiencia a un nivel nunca antes visto. Su lema era «editor de textos hackeable para el siglo XXI», y sirvió de inspiración para otros proyectos.
Hoy, si uno busca productividad y extensibilidad, opciones como Visual Studio Code, editor multiplataforma y de código abierto, se han convertido en el estándar. Este editor combina ligereza con un ecosistema de extensiones que soporta cientos de lenguajes, integración con Git, depuración en vivo y colaboración remota que facilita el trabajo a miles de desarrolladores.

¿Estamos matando moscas con tanques?
Pasamos de las tarjetas perforadas y su lenta lectura a la depuración en tiempo real. De los disquetes migramos a repositorios en la nube, siempre buscando convertir ideas en soluciones a los más diversos problemas. Las últimas décadas han traído consigo una explosión de frameworks y entornos que facilitan el desarrollo, pero también han incrementado de forma notable el peso y consumo de recursos de las aplicaciones.
En la actualidad, una simple calculadora puede ocupar cientos de megabytes en disco. Llega a consumir decenas de megas de RAM, mantiene procesos en segundo plano y hasta requiere conexión a internet. Algo completamente impensable en los tiempos en que una aplicación en C cabía en pocos kilobytes y el consumo eléctrico podía ser suministrado por un pequeño panel fotovoltaico.
Está bien que las herramientas modernas acerquen la programación a más personas, pero no debemos olvidar la importancia de la optimización. Pensar en el uso eficiente de CPU, memoria y energía no es solo un reto técnico, es un acto de respeto hacia el usuario y los dispositivos evitando la "obsolescencia programada".
No se trata de que tengamos que volver a programar en Assembler ni en C puro, pero deberíamos cuestionarnos si de verdad necesitamos cargar un tanque para matar una mosca. A veces, la mejor línea de código es la que consume lo justo y hace exactamente lo que se espera, sin añadir complejidad innecesaria a los sistemas.