Discos ópticos e imagenes ISO

Publicado en TecnologíaAlgo de emulación e historia2025-09-17Autor: ravmn

Hasta hace no mucho tiempo, los medios óticos (CD, DVD, BD) eran el centro del mundo digital en nuestros hogares. A finales de los años 90, la llegada de los grabadores de CD fue una auténtica revolución permitiéndonos crear nuestras propias copias de discos de música, respaldos de programas y hasta álbumes de fotos familiares, facilitando su transporte y lectura respecto de lo que era por ejemplo el disquete. Era una época en que nuestros escritorios se llenaban de cajas de CD's cuidadosamente rotulados con plumón, y la venta de copias se hacia en la calle o galpones del Persa Bío-Bío.

Grabación de discos

Para quienes respaldabamos nuestros juegos, la grabación de los DVD era casi un ritual: Había que elegir bien la velocidad de grabación, rezar para que nadie moviera el computador durante el proceso y esperar pacientemente a que la barra de progreso llegara al 100%. Los errores de grabación eran frustrantes, especialmente los primeros años en que los discos eran caros y se compraban por unidad. Estas copias se podían hacer de disco a disco mediante programas como Nero Burning ROM que venía de regalo al comprar un nuevo grabador de discos para nuestro PC de escritorio.

En paralelo a esta cultura del disco físico, comenzó a popularizarse el concepto de imagen ISO: un archivo que contenía una copia exacta, sector por sector, de un CD o DVD. La gran ventaja era que permitía distribuir el contenido por internet sin necesidad de enviar el disco físico. Podías descargar la imagen desde un servidor, grabarla en casa y obtener un disco idéntico al original. Aquí entraban en juego herramientas simples y confiables como BurnCDCC, un pequeño programa que no requería instalación y que cumplía con lo esencial: seleccionar la imagen ISO, elegir la velocidad de grabación y grabar.

La transición hacia la era USB

La distribución de Linux fue inciialmente a través de discos incluidos en revistas dedicadas a computación, las que permitían ejecutarse sin requerir su instalación en el disco duro del computador (LiveCD). Este escenario presentó un cambio con la llegada de los pendrives (memorias USB), apareciendo programas como UNetbootin o Linux Live USB Creator (LiLi), los que permiten tomar una imagen ISO de Linux y crear un LiveUSB arrancable en minutos. Esto no solo hizo más rápido el proceso de instalación, sino que abrió la puerta a nuevas prácticas, como contar con una copia de Kali Linux para hacer pruebas, o tener en la mochila un pendrive de rescate con utilidades para recuperación de sistemas.

La emulación de unidades lectoras de discos

Pero ¿qué pasaba cuando solo querías instalar un programa y no querías gastar en discos? Este era un problema especialmente grande con juegos como Age of Empires 3, el cual requeria de 3 CDs para su instalación haciéndolo poco práctico. La respuesta llegó con los emuladores de unidades ópticas, siendo Daemon Tools Lite el más popular de su tiempo. Este software permitía montar hasta cuatro unidades virtuales en Windows, creando la ilusión de que habías insertado un CD o DVD real. Esta emulación de unidades fue muy útil para quienes teníamos muchos discos y debiamos levantarnos a buscar el programa deseado. Un ejemplo práctico es el sobrellevar la medida de algunos videojuegos de exigir el disco en el lector, lo cual era incómodo y a veces complejo cuando se nos rayaba el disco original.

 

Con el paso de los años, los sistemas operativos comenzaron a integrar estas funcionalidades de forma nativa. macOS fue el primero en permitir montar imágenes de disco, sumandose más tarde Windows 8. Desde entonces, abrir las imagenes ISO se ha vuelto algo cotidiano como lo es abrir una carpeta. Esto marcó el final de la era de los quemadores de disco y emuladores como herramientas imprescindibles.

La transición hacia la era del USB y la nube

Al mismo tiempo, los discos ópticos comenzaron a desaparecer de los equipos, iniciado con las netbooks y luego los ultrabooks que eliminaron la unidad de CD para ahorrar espacio y peso, los pendrive pasaron a ser el nuevo estándar para la instalación y distribución de sistemas operativos. Incluso Apple ofreció su sistema operativo en pendrive para poder actualizar el MacBook Air.

Este reinado de los dispositivos USB fue breve. Gracias al incremento de la velocidad de las conexiones a internet y servicios como DropBox y Google Drive, la nube pasó a ser la forma de transportar nuestros archivos personales, prescindiendo de un soporte físico gracias a su acceso inmediato y capacidad de almacenamiento suficiente para tareas cotidianas.

Aunque ya no apilamos torres de CDs o DVDs como antes, ni tengamos que lidiar con discos rayados, las imágenes ISO siguen siendo una pieza clave de la informática moderna. Son el formato estándar para distribuir sistemas operativos, software de gran tamaño y respaldos de discos completos. También mantienen viva cierta nostalgia: montar una ISO de un juego clásico y verlo arrancar, como si hubieras puesto el CD original, sigue teniendo algo de mágico incluso al usar máquinas virtuales para disfrutar de los clásicos.